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La señora del caldero y la Sabiduría

La Reina Bruja Cerrid Gwenn se propuso encontrar la pócima otorgaba el don de la Sabiduría. 

Cerrid Gwenn, llevó al bosque sus elementos de alquimia junto con sus ilusiones. Eligió el nogal más vivo de todo el bosque, y digo vivo por la gran cantidad de pájaros que en él anidaban, e instaló a su sombra el más mágico de sus calderos. Pacientemente fue mezclando 6 gotas de entendimiento, 4 pétalos de rosa, 7 gotas de consejo y 1 ala de mariposa, una pizca de piedad, 3 gotas de conocimiento, 5 estelas de cometa, 2 cucharaditas de fortaleza y revolvió y revolvió. Y lo empezó a cocer. 

Por un año y un día, sin parara un segundo, amorosamente cultivó la llama de su caldero. Adaptó y readaptó la receta, le agregó pétalos de jazmín. 

 


No se detuvo un solo día, persistió en su tarea y finalmente rescató del caldero unas pocas gotitas mágicas que guardó celosamente en un frasquito. 

Cerrid Gwenn, al igual que muchos magos y dioses, decidió probar la fórmula en sí. El efecto fue casi instantáneo. Lo había logrado. Descubrió el secreto de la Sabiduría. Quemó la fórmula. Ocultó el frasquito lejos de todo lo humano. 

Cerrid Gwenn descubrió que a la sabiduría se llega… buscando, probando. Nos dejó los ingredientes, nos dejó su constancia, de vez en cuando, se tienta en entregar su secreto a alguien, pero como ella ya probó el preparado, inmediatamente reflexiona y cambia de opinión.

 

 

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