La amatista: buscando la espiritualidad
La amatista es un mineral de origen magmático e hidrotermal. Se forma en filones con soluciones ricas en óxidos de hierro, que le dan su color morado característico a temperaturas inferiores a los 300ºC. Lo más habitual es encontrar la amatista tapizando el interior de ágatas en forma de geodas, a veces gigantescas.
También se pueden encontrar en forma de drusas (cristales que recubren la superficie de una piedra) o en filones, acompañada de otros minerales.
El nombre ‘amatista’ proviene del griego amethystos (no borracho), ya que esta piedra era considerada un potente antídoto contra la embriaguez.
Dionisio, dios del vino y el desenfreno, pretendía a una doncella llamada Amethystos, la cual deseaba permanecer casta. La diosa Artemisa escuchó sus plegarias, y transformó a la mujer en una roca blanca. Dionisio, humillado, vertió vino sobre la roca a modo de disculpa, tiñendo así de púrpura los cristales.
La amatista se conoce desde hace miles de años, pues ya en el antiguo Egipto se utilizaba para crear joyas, sellos personales y tallas.
La amatista simboliza además la sabiduría. La amatista es una piedra cristalina de la familia de los cuarzos, por lo que tiene los poderes de éste, sobre todo, la capacidad de polarizar la energía positiva. Además, ha sido considerada la piedra del equilibrio, en todos los planos, físico, mental y espiritual.
La amatista pues aporta: energía, equilibrio y espiritualidad.
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