Primavera en Bulgaria
Pizho y Penda, dos grandes figuras de seda en rojo y blanco que provienen de una tradición pagana de los Balcanes, son símbolos de la llegada de la primavera.
Esta decoración se llama “martenitsa” y su nombre proviene del mes de marzo y de la llamada “Abuela Marta”, un personaje clave en la mitología búlgara desde tiempos muy remotos y que está presente en las costumbres más divertidas del país balcánico.
Toda la población de Bulgaria, sin distinción de edad, religión y pertenencia étnica, festeja el 1 de marzo, el primer día de la primavera con una costumbre pagana, que en realidad se disputan con sus vecinos rumanos, donde prácticamente es igual.
La alegría por el renacer de la naturaleza tras el duro invierno se expresa, básicamente, con hilos de lana de colores blanco y rojo, que se cuelgan para decorar las vestimentas, animales y viviendas.
Y el saludo habitual en estos días es “¡Feliz Baba Marta!”
La “Abuela Marta” personifica el mes de marzo y, según la mitología, es hermana de Sechco Minor y Sechco Mayor, otros personajes míticos que simbolizan los meses de enero y febrero.
La leyenda cuenta que la “Abuela Marta” (Baba Marta en búlgaro) siempre está de mal humor porque sus hermanos se beben todo el vino que quedó del año pasado y nunca le permiten degustarlo.
Por eso, el ánimo de la abuela es variable y eso se refleja en la cambiante meteorología.
Para tratar de apaciguarla, la gente se intercambia “martenitsas” que se ponen en la muñeca, como pulseras, o en el pecho, como broches.
Además, persiste la creencia de que el primero de marzo se despierta en la naturaleza alguna desgracia indefinida, y el único remedio para liberarse de ella es el rojo, el color predominante en los adornos.
Como especialmente intentan proteger a los más vulnerables de este mal, se ven por todas partes a niños pequeños con “martenitsas”, pero también perros y gatos llevan esta decoración en el cuello o en la cola.
También este amuleto cuelga de sus portadores hasta la llegada de las cigüeñas o las golondrinas y, apenas se percibe una de estas aves en el cielo primaveral, ellos se desprenden de la “martenitsa” para atarla a un árbol floreciente, por lo que es muy habitual que se vean ramas enteras cubiertas de hilos blancos y rojos.
Además se ofrecen en las calles diferentes tipos de este amuleto.
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