Meditación de Luna Nueva: Retorno a la pureza elemental
Vamos a ponernos cómodos, dentro del círculo, llamando a los atalayas.
Vamos a cerrar los ojos y vamos a tratar de centrar la atención en la respiración.
Vamos a tratar de pensar solamente en el aire, en como entra y sale por la nariz, despacito vamos a ir sintiendo como pasa por la garganta y como llega al YO REAL, al Yo Mágico.
Con la entrada y salida del aire, vamos a ir sintiendo que la energía de nuestro YO REAL comienza a crecer, comienza a invadir todo nuestro cuerpo físico por dentro, todo tiene que ser LUZ dentro nuestro, es una pequeña lucecita que comienza a crecer, comienza a invadir todo nuestro cuerpo físico por dentro.
Cada célula nuestra va transformándose en una LUZ, que a su vez irradia LUZ.
Y cuando todo es LUZ dentro nuestro, vamos a hacer que esa energía salga, vamos a hacer un aura de LUZ, sin límites para esto, vamos a hacer un aura tan grande como queremos tenerla.
Y ahora cuando todo es LUZ por dentro y por fuera, vamos a ver cómo descienden puntos de luz dorada.
Y esos puntitos dorados caen sobre nuestro cuerpo físico, sobre nuestro cuerpo emocional y sobre nuestro cuerpo mental.
Y así envueltos en estos puntitos dorados, vamos a ver a los ELEMENTALES de nuestro cuerpo.
Vamos a tratar de ver que están haciendo.
Y ahora vamos a pedirles que vayan a ese lugarcito donde tenemos esa molestia, o ese lugar de nuestro cuerpo que nos gustaría cambiar.
Y vamos a ver como nuestros ELEMENTALES trabajan sobre esa molestia, como cada vez es más pequeña, y ahora nos damos cuenta que no la tenemos más, y sentimos el placer que esto nos causa.
Ahora vamos a ver ese lugar de nuestro cuerpo que no nos gusta.
Vamos a ver a nuestros ELEMENTALES moldeándolo; es como si nos estuvieran haciendo mimos.
Y ya podemos empezar a disfrutar del cambio.
Vamos a agradecerles a estos ELEMENTALES el trabajo que están haciendo.
Y así con todos ellos trabajando nuestro cuerpo, vamos a olvidarnos del lugar donde estamos.
Y vamos a imaginar que estamos en un bosque, con una hermosa vegetación, hermosos árboles y muchas flores.
Vamos a detenernos a mirar estas flores, a ver esos colores que son tan lindos y vamos a respirar todo ese perfume; y ese olorcito, se queda con nosotras.
Y si miramos más y más esas florcitas, vamos a poder ver un DUENDE, y vamos a ver como las pinta con esos colores, como las cuida, como las protege.
Y si lo seguimos mirando, vamos a ver y a sentir la alegría que le da a este DUENDE cuidar sus flores.
Y vamos a seguir caminando, hasta que llegamos a una hermosa playa.
Ya estamos pisando esa arena tibiecita, y mirando un mar muy muy azul.
Y si miramos más y más, vamos a ver como juegan y se divierten las HADAS, entrando y saliendo del agua.
Y nosotras con un Sol muy tibio, muy despacito, vamos entrando al agua.
Ahora estamos nadando, y nos damos cuenta que no hacemos ningún esfuerzo.
ELLAS nos sostienen y jugamos con estas HADAS en la superficie y lo disfrutamos mucho.
Entonces muy despacito y muy tranquilos miramos debajo del agua, y vemos que hay una armonía absoluta.
Y ahora bajamos un poquito más, y vemos toda esa belleza más de cerca.
Vamos a seguir nuestro paseo, pero antes de irnos, le vamos a agradecer a estas HADAS su invitación y todo lo que nos mostraron.
Empezamos a subir, y cuando llegamos a la superficie, tenemos tantas ganas de volar, que dos HADAS del aire nos toman de las manos y volamos juntos.
Y subimos, y subimos, y vemos que hay muchas HADAS bailando con el aire.
Y nosotras también bailamos, lo tocamos, y el aire nos toca a nosotros, nos mueve, nos está meciendo.
Y seguimos bailando con las HADAS y con los SILFOS, y nos damos cuenta que ellos son uno con el aire.
Ahora nos vamos a ir, y les vamos a agradecer por invitarnos a tan hermosa fiesta.
Y seguimos siendo uno con el aire, mientras bajamos, muy despacito, hasta la playa con arena tibiecita.
Y los rayos del Sol son muy cálidos, y bajan hasta nuestra playa, como si fueran enormes toboganes, por donde se deslizan las más hermosas HADAS del FUEGO.
Y se acercan a nosotros y son tan tibiecitas como la arena.
Comenzamos a jugar con ellas en esos enormes toboganes, y subimos por ellos sin ningún esfuerzo, y seguimos subiendo todas juntas, y estamos llegando al SOL.
Y así abrazadas a todas estas HADAS, entramos al SOL, y sentimos que somos todos uno con el SOL.
Y con esta sensación tan tibiecita, bajamos por los enormes toboganes, y llegamos otra vez a nuestra playa.
Les agradecemos por todo lo que nos mostraron.
Y sabiendo que somos uno con LA TIERRA, uno con EL AGUA, uno con EL AIRE y uno con EL FUEGO, muy despacito, respetando siempre nuestros tiempos internos, cuando nosotros queremos, volvemos al lugar de donde salimos y abrimos los ojos.
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