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Mitología. Los dioses de la wicca. Creencias. Ancestros.

Himno a Isis

Yo soy la Madre de mi Padre
Y la hermana de mi marido;
Y El es mi vástago.
Yo soy la esclava del que me preparó
Y la dominadora de mi vástago;
Pero El es quien me engendró
Antes del tiempo del nacimiento,
Siendo El mi vástago en el tiempo;
Y mi poder procede de El.

Yo soy el cayado de Su poder en Su juventud

Y El es el báculo de mi vejez;
Y lo que quiere El es lo que me sucede.

Yo soy el silencio incomprensible,

La idea cuyo recuerdo es frecuente,
La voz de múltiples sonidos
Y la palabra de múltiple apariencia.
Yo soy la pronunciación de mi nombre.

¿Por qué me amáis los que me odiáis

Y me odiáis los que me amáis?
Los que me negáis, confesadme;
Y los que me confesáis, negadme.
Los que decís la verdad sobre mí,
Mentid sobre mí;
Y los que habéis mentido sobre mí,
Decid la verdad sobre mí.
Los que me conocéis, ignoradme;
Y los que no me habéis conocido, conocedme.

"¡Te advierto, quien quiera que fueres! ¡Oh! Tú que deseas sondear los

arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que

buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu

propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla

oculto el Tesoro de los Tesoros. ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y

conocerás el Universo y a los Dioses” 

 

 

 

 

 

(Inscripcion Tempo de Apolo. Delfos)

Tiamat, la mala madre

Es común que se confunda a Tiamat con la Madre Tierra, o una diosa madre y se la adore como tal, pero en verdad es una diosa que busca matar a sus hijos, como nos cuenta el Enuma Elish mesopotámico.

 

Cuando, en las alturas, el Cielo no había recibido nombre,
y abajo, el suelo firme no había sido llamado;
nada, salvo el primordial Apsu, su Engendrador,
Mummu y Tiamat -la que les dio a luz a todos;
sus aguas se entremezclaron.

Ninguna caña se había formado aún, ni tierra pantanosa había aparecido.
Ninguno de los dioses había sido traído al ser aún,
nadie llevaba un nombre, sus destinos eran inciertos;
fue entonces cuando se formaron los dioses en medio de ellos.

Sus aguas se entremezclaron...
Los dioses se formaron en medio de ellos:
el dios Lahmu y el dios Lahamu nacieron;
por su nombre se les llamó.

Antes de que hubieran crecido en edad
y en estatura hasta el tamaño señalado,
el dios Anshar y el dios Kishar fueron formados,
sobrepasándoles en tamaño.
Cuando se alargaron los días y se multiplicaron los años,
el dios Anu se convirtió en su hijo -de sus antepasados un rival.
Entonces, el primogénito de Anshar, Anu,
como su igual y a su imagen engendró a Nudimmud.

Los hermanos divinos se agruparon;
perturbaban a Tiamat con sus avances y retiradas.
Alteraban el vientre de Tiamat
con sus cabriolas en las moradas del cielo.
Apsu no podía rebajar el clamor de ellos;
Tiamat había enmudecido con sus maneras.
Sus actos eran detestables...
Molestas eran sus maneras.

En la Cámara de los Hados, el lugar de los Destinos,
un dios fue engendrado, el más capaz y sabio de los dioses;
en el corazón de lo Profundo fue Marduk creado.

El que lo engendró fue Ea
Su silueta era encantadora, brillante el gesto de sus ojos;
Nobles eran sus andares, dominantes como los de antaño...
Grandemente se le exaltó por encima de los dioses, rebasándolo todo.
Era el más noble de los dioses, el más alto;
sus miembros eran enormes, era excesivamente alto.

Cuando movía los labios, estallaba el fuego;
éstos lanzaban sobre él sus impresionantes relámpagos,
vestido con el halo de diez dioses,
haciéndolo bueno para sus objetivos.


Anu extrajo y dio forma a los cuatro lados,
relegando su poder al líder del grupo,
arremolinándose como un torbellino.


Él produjo corrientes, alteró a Tiamat; los dioses no descansaban,
llevados como en una tormenta.
Diluyó las vitales de aquellos... pellizcó sus ojos.
Tiamat iba de un lado a otro muy turbada.

De ella emergieron once monstruos, rugientes y furiosos;
y marcharon junto a Tiamat.
Los coronó con halos.


El primogénito entre los dioses que formaron la asamblea de ella;
Ella elevó a Kingu,
en medio de ellos lo hizo grande...
El alto mando en la batalla
confió a su mano.

Ella ha creado una Asamblea y ha montado en cólera...
les ha dado armas incomparables, ha dado a luz monstruos-dioses...
además once de esta clase ha dado a luz;
de entre los dioses que formaban su Asamblea,
ella ha elevado a Kingu, su primogénito, le ha hecho jefe...
le ha dado una tablilla de destinos, se la ha sujetado al pecho.

Aquel que es potente será nuestro Vengador; aquel que es agudo en la batalla:
¡Marduk, el héroe!;
El besó los labios de Anshar:
¡Si yo, realmente, como vuestro Vengador
he de vencer a Tiamat, he de salvar vuestras vidas,
convoca una Asamblea para proclamar mi Destino supremo!

Anshar abrió la boca,
a Gaga, su Consejero, una palabra dirigió...
Ponte en camino, Gaga,
toma tu puesto ante los dioses,
y lo que yo te cuente
repíteselo a ellos.

El Señor salió, siguió su curso;
Hacia la furiosa Tiamat dirigió su rostro...
El Señor se acercó para explorar el lado interno de Tiamat-
los planes de Kingu, su consorte, apreciar.

Mientras observaba, su curso se vio afectado,
su dirección se distrajo, sus actos eran confusos.
Cuando los dioses, sus ayudantes,
que marchaban a su lado,
vieron al valiente Kingu, su visión se hizo borrosa.

Tiamat lanzó un rugido...
el Señor levantó la desbordante tormenta, su poderosa arma.
Tiamat creció, las raíces de sus piernas se sacudían adelante y atrás.

Tiamat y Marduk, los más sabios de los dioses,
avanzaban uno contra otro;
prosiguieron el singular combate,
se aproximaron para la batalla.

El Señor extendió su red para atraparla;
el Viento del Mal, el de más atrás, se lo soltó en el rostro.
Cuando ella abrió la boca, Tiamat, para devorarlo-
él le clavó el Viento del Mal para que no cerrara los labios.
Los feroces Vientos de tormenta cargaron entonces su vientre;
su cuerpo se dilató; la boca se le abrió aún más.
A través de ella le disparó él una flecha, le desgarró el vientre;
le cortó las tripas, le desgarró la matriz.
Teniéndola así sojuzgada, su aliento vital él extinguió.

Después de matar a Tiamat, la líder,
su grupo fue destruido, su hueste hecha pedazos.
Los dioses, los auxiliares que marchaban al lado de ella,
temblando de miedo,
dieron la espalda para salvar y preservar sus vidas.

Al echarles la red, se encontraron atrapados...
A todo el grupo de demonios que había marchado junto a ella
les puso grilletes, sus manos ató...
Estrechamente rodeados, no podían escapar.

Marduk volvió entonces a Tiamat, a la que había sometido.

El Señor se detuvo a ver su cuerpo sin vida.
Dividir al monstruo él, entonces, ingeniosamente planeó.
Después, como un mejillón, la desgarró en dos partes.

El Señor puso su pie sobre la parte posterior de Tiamat;
con su arma le separó el cráneo;
cercenó los canales de su sangre;
e hizo que el Viento Norte lo llevara
a lugares que habían sido desconocidos.

La otra mitad la levantó como pantalla para los cielos:
encerrándolos juntos, como vigías los estacionó...
Dobló la cola de Tiamat para formar la Gran Banda como un brazalete.

Poniendo la cabeza de Tiamat en posición,
él elevó las montañas encima.
Abrió manantiales, y torrentes para sacar el agua.
De los ojos de ella dejó salir el Tigris y el Eufrates.
Con sus ubres formó las altas montañas,
perforó manantiales para pozos, para sacar agua.

Y a Kingu, que había sido el principal entre ellos,
lo hizo encoger;
como al dios DUG.GA.E lo consideró.
Le quitó la Tablilla de los Destinos,
que no era legítimamente suya.

Hécate, Magna Mater

Hécate es la Gran Madre o Vida del universo, la Magna Mater o Madre de los Dioses y de todas lascriaturas.

Es la Esposa de la Mente y, simultáneamente, Madre y Esposa de la Mente de la Mente,por esto se la considera centrada entre ambas. En medio de los Padres gira el centro de Hecate.

Ella es la Madre de las almas, el Aliento de la vida. Se han conservado tres versos, muy poco claros,en relación a esta «revitalización», «aceleración» o «animación» cósmica, (psychosis), como la llama Proclo:

De repente, de los huecos debajo de las costillas de su lado derecho estallaba y se derramaba achorros la Fuente del Alma Original, llenando de alma la Luz, el Fuego, el Éter, los Mundos.

G. Mead, Los Oráculos Caldeos

Himno a Deméter (Homero)

Pero a ella un dolor más cruel y más perro le llegó al ánimo. Irritada contra el Cronión, amontonador de nubarrones, tras apartarse en seguida de la asamblea de los dioses y del grande Olimpo, marchó a las ciudades de los hombres y a sus pingües cultivos, desfigurando por mucho tiempo su aspecto. Ninguno de los hombres ni de las mujeres de ajustada cintura la reconocían al verla, hasta cuando llegó a la morada del prudente Céleo, que era por entonces señor de Eleusis, fragante de Incienso.

Se sentó a la vera del camino, afligida en su corazón, en el pozo Partenio, de donde sacaban agua los de la ciudad. A la sombra, pues por encima de ella crecía la espesura de un olivo, y con el aspecto de una anciana muy vieja, que está ya lejos del parto y de los dones de Afrodita amante de las coronas, como son las nodrizas de los hijos de los reyes que dictan sentencias, y las despenseras en sus moradas llenas de ecos.
La vieron las hijas de Céleo, el Eleusínida, cuando iban a por el agua cómoda de sacar, para llevársela en broncíneas cántaras a las moradas de su padre la diosa puso sus pies sobre el umbral (de la casa de Céleo) y su cabeza tocó el techo. Llenó las puertas con su divino resplandor. Le cedió su sitial (Metanira, la esposa de Céleo) y la invitó a sentarse. Mas no quiso Deméter, dispensadora de las estaciones, la de espléndidos dones, sentarse sobre el resplandeciente sitial, sino que permanecía taciturna, fijos en tierra sus bellos ojos, hasta que la diligente Yambe dispuso para ella un bien ajustado asiento y lo cubrió por encima con un vellón blanco como la plata.
Sentada allí, se echó el velo por delante con sus manos. Largo rato, silenciosa, apesadumbrada, estuvo sentada sobre su asiento y a nadie se dirigió ni de palabra ni con su gesto. Sin una sonrisa, sin probar comida ni bebida, se estuvo sentada, consumida por la nostalgia de su hija de ajustada cintura, hasta que la diligente Yambe, con sus chanzas y sus muchas bromas, movió a la sacra soberana a sonreír, a reír y a tener un talante propicio, ella que también luego, más adelante, agradó a su modo de ser.
Metanira le dio una copa de vino dulce como la miel, una vez que la llenó. Pero ella rehusó, pues decía que no le era lícito beber rojo vino. Le instó, en cambio, a que le sirviera para beber harina de cebada y agua, después de mezclarla con tierno poleo.
Y ella, tras preparar el ciceón, se lo dio a la diosa como le había encargado. Al aceptárselo, inauguró el rito la muy augusta Deó. Y entre ellas comenzó a hablar Metanira...
(Habla Deméter) -De tu hijo (del de Metanira) me ocuparé de buen grado, como me encargas. Lo criaré y no le hará daño, por negligencias de su nodriza, espero, el maleficio ni la hierba venenosa. Pues conozco un antídoto mucho más poderoso que el cortador de hierba y conozco un excelente amuleto contra el muy penoso maleficio.
Metanira:
-¡Hijo mío, Demofoonte! ¡La extranjera te oculta en un gran fuego y me sume en llanto y en crueles preocupaciones!
Así dijo, angustiada, y la oyó la divina entre las diosas. Irritada contra ella, Deméter, la de hermosa corona, al hijo amado al que ella había engendrado, inesperado, en el palacio, lo dejó con sus manos inmortales lejos de sí, en el suelo, tras sacarlo del fuego, terriblemente encolerizada en su ánimo. Y al tiempo le dijo a Metanira, la de hermosa cintura:
-¡Hombres ignorantes, ofuscados para prever el destino de lo bueno y lo malo que os acucia. También tú, efectivamente, por tus insensateces has causado un desastre irreparable. Sépalo, pues, el agua inexorable de la Éstige, por la que los dioses juran. Inmortal y desconocedor por siempre de la vejez iba a hacer a tu hijo, e iba a concederle un privilegio imperecedero. Mas ahora no es posible que escape a la muerte y al destino fatal.
Con todo, un privilegio imperecedero tendrá por siempre, a causa de que estuvo subido en mis rodillas y se durmió en mis brazos. En las debidas estaciones, cuando los años cumplan su ciclo, los hijos de los eleusinos trabarán en su honor un combate y una lucha terrible entre sí por siempre, por el resto de sus días.
Soy Deméter, la venerada, que proporciona el mayor provecho y alegría a inmortales y mortales. Pero ¡ea!, que todo el pueblo me erija un gran templo y un altar dentro de él, al pie de la ciudadela y del elevado muro, por cima del Calícoro, sobre una eminencia de la colina. Los ritos, los fundaré yo misma, para que en lo sucesivo, celebrándolos piadosamente, aplaquéis mi ánimo.
Dicho esto, la diosa cambió de estatura y de aspecto, rechazando la vejez. En su torno y por doquier respiraba belleza. Un aroma encantador de su fragante templo se esparcía. De lejos brillaba la luminosidad del cuerpo inmortal de la diosa. Sus rubios cabellos cubrían sus hombros, y la sólida casa se llenó de un resplandor como el de un relámpago.
....Ellos de inmediato obedecieron, y prestaban oído a lo que decía; así que lo construyeron como había ordenado, y fue progresando según la voluntad de la diosa.
 ...Mientras, la rubia Deméter, sentada allí aparte de los Bienaventurados todos, permanecía consumida por la nostalgia de su hija de ajustada cintura.
Hizo que aquel fuera el año más espantoso para los hombres sobre la tierra fecunda, y el más perro de todos, pues la tierra ni siquiera hacía medrar semilla alguna, ya que las ocultaba Deméter, la bien coronada. Muchos corvos arados arrastraban en vano los bueyes sobre los labrantíos y mucha cebada blanca cayó, inútil, a tierra.
De seguro habría hecho perecer a la raza toda de los hombres de antaño por la terrible hambre, y habría privado del magnífico honor de las ofrendas y sacrificios a los que ocupan olímpicas moradas, si Zeus no se hubiese percatado y lo hubiera meditado en su ánimo.
(Después de haber recuperado a Perséfone, Zeus envía a Iris, la mensajera de los dioses, quien dirige estas palabras a Deméter)
-¡Aquí, hija! Te llama Zeus tonante, cuya voz se oye de lejos, para que vayas junto a las estirpes de los dioses. Prometió que te daría las honras que quisieras entre los dioses inmortales. Accedió asimismo a que tu hija permaneciera la tercera parte del transcurso del año bajo la nebulosa tiniebla, inmortales. plirá y lo confirmó con una señal de su cabeza. Así que ven, hija mía, y obedécele. No sigas constantemente irritada, fuera ya de lugar, contra el Cronión amontonador de nubarrones, sino haz crecer en seguida el fruto que da vida a los hombres.
      Así habló. Y no desobedeció la bien coronada Deméter. En seguida hizo surgir el fruto de los labrantíos de glebas fecundas. La ancha tierra se cargó toda de frondas y flores. Y ella se puso en marcha y enseñó a los reyes que dictan sentencias, a Triptólemo, a Diocles, fustigador de corceles, al vigor de Eumolpo, y a Céleo, caudillo de huestes, el ceremonial de los ritos y les reveló los hermosos misterios, misterios venerables que no es posible en modo alguno trasgredir, ni averiguar, ni divulgar, pues una gran veneración por las diosas contiene la voz.

¡Feliz aquel de entre los hombres que sobre la tierra viven que llegó a contemplarlos! Mas el no iniciado en los ritos, el que de ellos no participa, nunca tendrá un destino semejante, al menos una vez muerto, bajo la sombría tiniebla.
Así pues, cuando los hubo instruido en todo la divina entre las diosas, se pusieron en marcha hacia el Olimpo a la asamblea de los demás dioses. Allí habitan, junto a Zeus, que se goza con el rayo, augustas y venerables.

La carga de la diosa en la versión original de Apuleyo

La carga o encargo original de la Diosa fue escrita por Apuleyo en su libro "El asno de Oro", y es la que sigue:

 

Yo soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos,principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todoslos difuntos, primera y única gola de todos los dioses y diosas del cielo, quedispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y lasaguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno. A mí sola yuna diosa honra y sacrifica todo el mundo, en muchas maneras de nombres.De aquí, los troyanos, que fueron los primeros que nacieron en el mundo,me llaman Pesinuntica, madre de los dioses. De aquí asimismo losatenienses, naturales y allí nacidos, me llaman Minerva cecrópea, ytambién los de Chipre, que moran cerca de la mar, me nombran VenusPafia. Los arqueros y sagitarios de Creta, Diana. Los sicilianos de treslenguas me llaman Proserpina. Los eleusinos, la diosa Ceres antigua. Otrosme llaman Juno, otros Bellona, otros Hecates, otros Ranusia. Los etíopes,ilustrados de los hirvientes rayos del sol, cuando nace, y los arrios yegipcios, poderosos y sabios, donde nació toda la doctrina, cuando mehonran y sacrifican con mis propios ritos y ceremonias, me llaman miverdadero nombre, que es la reina Isis. Habiendo merced de tu desastradocaso y desdicha, vengo en persona a favorecerte y ayudarte; por eso deja yaestos lloros y lamentaciones; aparta de ti toda tristeza y fatiga, que ya pormi providencia es llegado el día saludable para ti. Así que, con muchasolicitud y diligencia, entiende y cumple lo que te mandare. El día demañana, que nacerá de esta noche, nombro la religión de los hombres y lofestivo y dedico para siempre en mi nombre, porque apaciguadas lastempestades del invierno y amansadas las ondas y tormenta de la mar,estando ya manso para navegar, los sacerdotes de un templo mesacrificaban una barca nueva, en señal y primicia de su navegación. Esta mifiesta y sacrificio no la debes de esperar con pensamiento profano ysolícito, porque por mi aviso y mandado el sacerdote que fuere en estaprocesión y pompa llevará en la mano derecha, colgando del instrumento,una guirnalda de rosas; así que tú, sin empacho ni tardanza, alegre,apartando la gente, llégate a la procesión confiando en mi voluntad, yblandamente, como que quieres llegar a besar la mano al sacerdote,morderás en aquellas rosas, las cuales, comidas luego, yo te desnudaré delcuero de esta pésima y detestable bestia, en que ha tantos días que andasmetido; y no temas cosa alguna de lo que te digo, diciendo que es cosaardua y difícil, porque en este mismo monte que estoy aquí y me vespresente, apercibo asimismo y mando en sueños al sacerdote lo que ha dehacer en prosecución de lo que te digo, y por mi mandado el pueblo,aunque esté muy apretado, se apartará y te dará lugar; y ninguno, aunqueesté entre las alegres ceremonias y fiestas, se espantará en ver esta caradiforme que traes, ni tampoco acusará maliciosamente ni interpretará enmala parte que tu figura súbitamente sea tornada en hombre. De una cosa teacordarás y tendrás siempre escondida en lo íntimo de tu corazón: que todoel tiempo de tu vida que de aquí adelante vivieres, hasta el último términode ella, todo aquello que vives, lo debes, con mucha razón, a aquella porcuyo beneficio tornas a estar entre los hombres. Tú vivirás bienaventuradoy vivirás glorioso, sin amparo y tutela, y cuando vivieres, acabado elespacio de tu vida, y entrares en el infierno, allí en aquel soterraño medioredondo, me verás que alumbro a las tinieblas del río Aqueronte y quereino en los palacios secretos del infierno; y tú, que estarás y morirás en losCampos Elíseos, muchas veces me adorarás como a tu abogada propia.Además de esto, sepas que si con servicios continuos, actos religiosos yperpetua castidad, merecieres mi gracia, yo te podré alargar, y a mísolamente conviene prolongarte la vida, allende el tiempo constituido a tu hado.

Tonatiuh

Para los aztecas, que vivieron en México central, <a href=
Para los aztecas Tonatiuh era el dios del Sol. Los aztecas creían que cuatro soles habían sido creados en las cuatro eras anteriores, y que todos mueren al final de cada era cósmica. Tonatiuh fue el quinto sol, y la presente era es todavía de él. El tallado de esta piedra representa los cuatro ciclos de creación y destrucción en la historia azteca. La carabela en el centro representa al dios Tonatiuh.


Salud a los dioses del Nilo

Salud a la alada, la bella,
la diosa sin nombre para los invasores,
pero con el nombre de la belleza
para sus hijos,
Nefer-Isis, Isis la bella,
reina en dorado y en el azur,
reina en el río,
Salud, Isis victoriosa.

Salud a ti Ptah en presencia de tus dioses primordiales

que creaste después de revelarte como dios.

¡Oh, cuerpo que ha modelado su propio cuerpo

cuando el cielo no se había manifestado,

cuando la tierra no existía aún,

cuando todavía no subía el Nilo en crecida.