Rito de invierno de meditación y asentamiento
Se enciende una vela blanca, en una posición cómoda, nos imaginamos la energía fluyendo a la tierra en un líquido opaco, y que vuelve desde la tierra a nosotros en forma de luz. Tratamos de relajar nuestra respiración. Abrimos los ojos y permanecemos unos momentos en silencio frente a la llama de la vela, sintiéndonos renovados por su calor. Agradecemos este calor a Cernunnos, en su forma renaciente que permanece desde Yule hasta estos días.
Todo comienza con una llama...
Todo comienza encendiendo un cerillo. Una cosa simple, realmente. Cuando el cerillo toca la mecha de la vela, ofrezco mis rezos silenciosos con las manos unidas frente al altar. La tranquilidad parece ser el foco de esos días. Atender la llama ha sido un proceso de calma y centrado, un ritual del no-ritual, una meditación en silencio y la oscilante calidez de la llama.
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