Poesía de los indios Kilmes
En los vaivenes verdes del camino
romance de guitarra y zapateo,
caderas blancas, río cristalino,
flotaba envuelta en gasas de agua y fuego.
Blandas caricias sobre mi latido
bajaban de sus manos al deseo,
mirando adentro de los infinitos,
bailaba en los arpegios de mi sueño.
En el silencio a veces llega lenta,
me danza misteriosa y fugitiva,
luego revienta la gitana vena.
Y allí me permanece suspendida
del ojo musical de la tormenta,
bailando su destino de hoja herida.
Pedro Soto
Una ciudad que abriga al arte
es una fortaleza premiada
con la belleza y la paz,
la prosperidad y el amor,
la salud y el respeto,
la amistad y el futuro;
y es el principio del fin
del dolor y del hambre.
Ariel Pytrell
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